Para quienes viven en México, España u otros países de latinoamérica, puede ser relativamente común encontrar, dentro de iglesias antiguas, grandes lienzos de pinturas, en los cuales la oscuridad domina casi todo el cuadro, exceptuando por algunos rayos de luz que suelen iluminar a los personajes centrales. A este tipo de estilo le llamamos tenebrismo. En las iglesias barrocas son tan comunes que quizá ya ni las notamos.
Este tipo de pinturas recibieron una fuerte influencia de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610). Es impresionante el influjo que este pintor tuvo en Europa y América durante tanto tiempo y de modo tan extendido. Te invito a leer esta breve publicación para comprenderlo mejor, apreciar su obra y mirar con más cuidado la próxima vez que entres en una iglesia barroca.
Para entender su aportación a la pintura tenemos que situarnos hacia el final del Renacimiento (segunda mitad del siglo XVI). En esta época la pintura parecía sufrir una especie de crisis y no estaba claro qué camino tomarían los nuevos pintores. Uno de dichos caminos fue el manierismo (los invito a leer nuestro post sobre el manierismo), Caravaggio tomaría otro distinto.
El naturalismo de Caravaggio
Durante el renacimiento, los pintores y escultores, siguiendo el enfoque clásico de griegos y romanos, plasmaron figuras ideales del ser humano. Más que pintar a una persona específica con sus defectos y fortalezas, tomaron lo mejor de cada cuerpo para formar figuras potentes y hermosas como las pintadas por Rafael o las esculpidas por Miguel Ángel. En el renacimiento los colores intesos y la dignificación de la figura humana fue llevada a extremos magistrales y verdaderamente difíciles de mejorar.
Caravaggio, por el contrario, admitió la fealdad y la imperfección en sus pinturas, algo que fue novedoso y polémico en su época. Dejó de lado la figura ideal para pintar al ser humano tal y como aparece frente a cada uno de nosotros: imperfecto.
En la pintura de la izquierda podemos apreciar la obra La incredulidad de Tomás. En ella observamos a los apostoles no como figuras dignísimas, sino como personas vulgares, con arrugas, con defectos y hasta con vestidos raídos. Incluso el gesto de introducir el índice en la herida de Cristo luce cruda y directa, pero Caravaggio podrá argumentar que es así como lo describe la Biblia. A este enfoque se le llamó naturalismo y fue muy criticado (y admirado también) en la época de Caravaggio. Algunos críticos estaban muy acostumbrados a la perfección del renacimiento y pensaban que la pintura sólo debía ser así.
En la pintura de abajo podemos observar algo similar: se trata del episodio del Evangelio en el que Jesús llama a Mateo para convertirse en su apostol. La pintura es

verdaderamente genial. Jesús y san Mateo, en lugar de encontrarse en un lugar central, aparecen en los costados, a la orilla de la pintura. La figura de Jesús apenas se asoma y su cuerpo es ocultado por el de san Pedro. San Mateo, el llamado, es el único personaje que no se percata del evento, está ensimismado en sus monedas, con sus piernas vulgarmente abiertas (para la época en la que fue pintado). Se dice que los sacerdotes que encargaron el cuadro, lo descolgaron del altar debido a que el cuadro no mostraba la dignidad del santo.
El tenebrismo
En la pintura anterior, La vocación de Mateo (1599), se puede vislumbrar la técnica de claroscuro, que si bien es anterior a la obra de Caravaggio, gracias a él se impulsaría y difundiría por todo el mundo.
La luz se vuelve esencial en este tipo de pinturas. La totalidad del cuadro aparece en tinieblas y la luz entra en diagonal para destacar figuras, volumenes e intensificar el naturalismo propio de Caravaggio. Este modelo tendrá una influencia enorme en los pintores novohispanos y españoles.
Abajo pueden ver La conversión en el camino a Damasco (1601). Para quien no conozca el episodio bíblico, trata de la conversión al cristianismo de un judío que solía perseguir a los cristianos. Saulo de Tarso iba hacia Damasco para cazar más cristianos cuando, en el camino, se le apareció Jesucristo. La visión lo hizo caer del caballo, quedar temporalmente ciego y permanentemente converso. En este cuadro, la luz no proviene de ninguna ventana: se trata de una luz sobrenatural la que ilumina a Saulo y la cual nos sugiere la aparición de Jesucristo. Este es un aspecto importantísimo para entender el barroco: la luz usada por los tenebristas no es solo luz natural, es sobre todo luz espiritual. Esto lo pueden constatar al observar diferentes cuadros en iglesias barrocas.
Influencia en otros pintores
La influencia de Caravaggio puede ser rastreada en numerosísimos pintores. Belgas y holandeses desarrollarán el tenebrismo a placer. Velazquez será quizá el pintor más conocido que haya recibido esta influencia y la haya perfeccionado de un modo original y distnto al de Caravaggio. Abajo pueden ver las pinturas de Velazquez El aguador de Sevilla (1618) y Cristo crucificado (1632). En ambas pinturas vemos características que nos recuerdan a Caravaggio: naturalismo y un uso excepcional del claroscuro.
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