Elegir una pintura u obra de arte como «favorita» es un ejercicio personal que ofrece muchas ventajas. Destaco tres de ellas:
- Implica revistar diversas obras de arte para decidirte.
- La búsqueda de tu obra favorita te obliga a mirar más detenidamente.
- Invita a una buena conversación.
Es normal que las obras de arte pasen por delante nuestro sin que apenas les prestemos atención. Ojeamos revistas, paseamos junto a esculturas urbanas y se nos olvida con facilidad lo que hemos visto en alguna galería o museo.
La búsqueda de tu pintura favorita puede ayudarte a observar más detenidamente y darte cuenta de que quizá disfrutas más una técnica que otra o algún tipo de tema por sobre otros. Personalmente, gracias a este ejercicio me di cuenta que me gustan mucho las acuarelas.
La lista de tus cuadros favoritas no debe ser fija, puede cambiar con el tiempo. Es más puede que ni siquiera sea «una lista», sino un ejercicio que puedes realizar al entrar en cada museo o galeria o ciudad (¿cuáles son mis obras favoritas de ESTE museo, o de ESTA ciudad?).
En mi caso (y supongo que en el de casi todo mundo), mi selección está relacionada no solo con la aprecicación estética (algo muy abstracto), sino con alguna experiencia que me ayuda a recordar la obra en cuestión.
Les comparto una de mis pinturas favoritas y el por qué.
1. La persistencia de la memoria. Salvador Dalí. No es una elección muy original que digamos. De hecho, es tan popular que hasta podría parecer un cliché, pero esta obra me enseñó la gran diferencia entre ver una pintura «en vivo» y apreciarla en los libros.
Lo recuerdo muy bien: Tuve la oportunidad de ir al MoMa de NY y, a pesar de ser uno de los museos de arte más famosos del mundo, fui sin preparación alguna y, por tanto, sin saber qué pinturas me encontraría (¡y tienen todo! Picasso, Van Gogh, Monet, Rivera…). Sorprendido por tantas pinturas de tanta fama, apenas me di cuenta que en un muro se encontraba un cuadro diminuto que, para mi buena suerte, nadie estaba viendo. Era La persistencia de la memoria. El impacto fue inmediato. Había visto ese cuadro en un sinnúmero de revistas, libros, fotografías e ilustraciones, pero para mi sorpresa la pintura «en vivo» era totalmente distinta. Es pequeñísima, apenas unos centímetros. Primero la miré con incredulidad y al percatarme de que sí era «la pintura», me puse a observarla detenidamente: las figuras mostraban detalles de brillo sorprendentes y el escenario surrealista de fondo verdaderamente envolvía el tema. Me impresionó que un cuadro tan pequeño pudiera asombrarme tanto. Se volvió mi cuadro favorito.
¿Recuerdas algún cuadro favorito? ¿Por qué lo es?